A lo largo del mes de mayo, hemos recordado a la Madre del Señor con amor, le hemos rezado y cantado. Ella, que ofreció su vida para cuidar a Jesús, también vela por todos nosotros, nos mira y nos escucha con ternura, por eso hemos querido hacerle un regalo como muestra de amor sincero.

Hoy dos de nuestras compañeras, han interpretado la escena de la Visitación,  en la que la Virgen María se olvida de sí misma y va a ayudar a su prima Isabel.

A ella le pedimos que, como Madre, nos acoja en el nido de sus manos, nos cuide y nos enseñe a estar siempre disponibles para abrirnos  a los demás como las flores.

¡Gracias, Madre, por estar siempre con nosotros!

La flor más sencilla sale del corazón